«Sino que se despojó a sí mismo y tomó forma de siervo, y se hizo semejante a los hombres.» Filipenses 2:7

En su carta a los Filipenses, Pablo los exhorta a vivir de acuerdo con el evangelio y a mostrar el espíritu de humildad que hubo en Cristo. Nadie puede ser como Jesús: no existe persona que sea más rica que él, porque él es el señor del universo; no hay quien sea más inteligente que él, porque él es la sabiduría divina; no hay nadie más bondadoso que él, porque él es el amor encarnado, ni nadie más poderoso que él, porque la naturaleza está bajo su dominio.

Sin embargo, a pesar de todo eso, Jesús «se despojó a sí mismo y tomó forma de siervo, y se hizo semejante a los hombres» (Filipenses 2:7). Jesús se humilló, fue masacrado y sacrificado, por amor a ti y a mí. Por eso es que no hay nadie más importante. «Por lo cual Dios también lo exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios el Padre» (Filipenses 2:9-11).

Por CPTLN

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