“Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo”

(Romanos 5:1) Lectura: Romanos 5:1-11.

Somos justificados por la fe, no por creer ciertas doctrinas bíblicas, sino por fe en Dios, algo intangible y difícil de definir, pero muy real y evidenciado por hechos externos y una manera de vivir que demuestra que realmente creemos en Dios de forma práctica. Cuando nuestra fe es desafiada, no la abandonamos; al contrario, la fe crece para estar a la altura de lo que Dios pide de ella.


Siendo justificado por la fe disfrutamos de los beneficios siguientes:


Tenemos paz con Dios: “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios”. Antes estábamos en enemistad, alejados de Él, en guerra y rebeldía contra Él. Le habíamos ofendido por nuestra conducta injusta, nuestras actitudes egoístas y mundanas, y nuestro trato de Él. Como consecuencia estábamos bajo su ira, condenados al infierno. Ahora, por la obra de Cristo, tenemos paz con Él.


Estamos en gracia y bajo gracia. Esta es nuestra posición delante de Dios. “Por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes” (v. 2). La gracia es nuestro lugar de residencia.


Tenemos esperanza de gloria: “Y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios” (v. 2). Tenemos la seguridad de nuestra salvación. Sabemos que vamos a la gloria, que veremos al Señor en toda su gloria en su reino eterno.


Tenemos gozo en la tribulación, porque sabemos que nos sirve para muchas cosas buenas: “sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba (aprobación); y la prueba (aprobación), esperanza” (v. 3, 4). En la tribulación conseguimos paciencia y la aprobación de Dios, al aguantarla y salir victoriosos.


Tenemos esperanza: “Y la esperanza no avergüenza” (v. 5), es decir, no acabará en desilusión. Tendremos lo que esperamos. Dios no nos defraudará.


Experimentamos el amor de Dios: “El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado” (v. 5). La prueba fehaciente del amor de Dios es el Calvario (¡no mis sentimientos!): “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (v. 8).


Seremos salvos de la ira de Dios: “Estando justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira” (v. 9). No tememos el día de juicio porque estamos cubiertos por la sangre de Cristo.


Nos gloriamos en Dios: “Nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo, por quien hemos recibido ahora la reconciliación” (v. 11). Así que ahora podemos alegrarnos por nuestra nueva y maravillosa relación con Dios, gracias a que nuestro Señor Jesucristo nos reconcilió con Él.


¡Tenemos todos estos motivos para estar alegres y gloriarnos en Dios todo el día! Este es nuestro Dios.

Enviado por el Hno. Mario Caballero

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