Leer | Juan 3.16-21

Dios es amor. Lo más probable es que hayamos escuchado estas palabras de 1 Juan 4.8. Pero, ¿entendemos realmente lo que significan?

Juan 3.16 lo resume así: Dios amó tanto a la vil, pecadora y rebelde humanidad, que vino al mundo para sufrir una muerte horrible y salvarnos. Este no es un amor superficial. Sin embargo, algunas personas critican el sacrificio de Jesús. Dicen: El Señor pudo haber ideado una forma diferente de salvarnos. Después de todo, Él es Dios, por lo que debería ser capaz de hacer todas las cosas. Pero no consideran dos de sus atributos inmutables.

Primero, el Señor es santo por naturaleza. Esto significa que Él no puede contemplar el pecado y aprobarlo, por lo que tuvo que condenar la transgresión. Segundo, Dios es justo. Por tanto, todo pecado —sin excepción— tiene que ser castigado (Ro 6.23). Todos los actos del Señor tienen que ser consecuentes con su naturaleza.

Ninguno de nosotros está a la altura de la santidad de Dios, y Él no puede aceptarnos en nuestra condición caída, aunque desea tener una relación eterna con nosotros (Ro 3.23). Por eso, dio la solución al enviar a su Hijo al mundo para que viviera como hombre y muriera en la cruz. Esta es la expresión suprema de amor. Como expresa 1 Juan 4.10: “En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados”.

La persona sabia aceptará la dádiva de la salvación. Es decir, recibirá a Jesús como su Señor y Salvador personal, y se consagrará a seguirle. ¿Cómo responderá usted a este asombroso amor?

Por Min. En Contacto

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