El mejor perfume
“Vivan en amor, como también Cristo nos amó y se entregó a sí mismo por nosotros, como ofrenda y sacrificio a Dios, de aroma fragante.” Efesios 5:2
Año tras año las empresas de perfumes producen nuevas fragancias que publicitan asociándolas a actrices, deportistas y modelos famosos, con el fin de impresionar al espectador prometiendo éxito, exclusividad, y el cumplimiento de múltiples fantasías. Ellos apelan así a la imaginación y el deseo de las personas. Sin embargo, sabemos bien que son promesas vacías, ideales imaginarios que poca conexión tienen con la realidad que cada uno vive. Son fragancias que poco duran, que se consumen con el tiempo y que necesitan reponerse una y otra vez. De alguna forma, esas fragancias diseñadas por el ser humano son tan pasajeras como nosotros mismos, reflejando lo efímero de la existencia humana en este mundo.
No debe extrañarnos, entonces, que a través de su Palabra Dios nos ayuda a comprender lo superior y maravilloso que es disfrutar de lo que él ofrece. Dios no hace publicidad ni apela a nuestras fantasías o deseos para convencernos sino que, por el contrario, nos saca de nosotros mismos para que veamos su obra. Así es como fijamos nuestra mirada en Cristo, quien se entregó a nosotros por amor. Tal bendición es comparable a una fragancia que todo lo invade, que llena nuestro ser de tal forma, que no podemos negar su presencia ni dejar de sentir y vivir el efecto que tiene sobre todos nuestros sentidos. Jesús entrega todo su ser como ofrenda y sacrificio. Esto significa que renuncia a todo lo que le pertenece porque nos ama perfectamente. La entrega voluntaria de Cristo nos trae a la fe para darnos la salvación.
Señor Jesús, gracias por tu amor perfecto. Enséñanos a deleitarnos en tu fragancia y a transmitirla a quienes aún no la conocen. Amén.
Por CPTLN