Diferencia entre dos
LA DIFERENCIA ENTRE DIOS Y EL JUEZ INJUSTO
“También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar” (Lu. 18:1).
La tentación en la oración es la de desmayar. Es dejarlo por imposible; es dejar de orar porque creemos ya no hay nada que hacer. Es creer que no tiene solución y asumir derrota. ¿Tú piensas que tus problemas no tienen solución? ¿Piensas que en tu caso ya no hay nada que hacer? Esto es lo que pensaban los amigos de Jairo cuando su hija murió: “Estaba hablando aun, cuando vino uno de casa del principal de la sinagoga a decirle: Tu hija ha muerto; no molestes más al Maestro” (Lucas 8:49). ¿Y qué dijo Jesús? “Oyéndolo Jesús, le respondió: No temas; cree solamente, y será salva” (v. 50). Jesús obra cuando ya no hay esperanza: levantó a la niña de entre los muertos.
Volviendo a la parábola del juez injusto, Jesús nos da varios puntos de contraste entre él y Dios. El juez “ni temía a Dios, ni le importaban los hombres” (Lu. 18: 4). Dios respeta a sí mismo y es fiel a su propio carácter. No hace nada que no esté de acuerdo con su santidad. ¡Y le importan los hombres! Mucho.
El juez atendió a la mujer porque venía con la misma historia tantas veces que se cansó de ella e hizo lo que pedía. Dios no espera hasta que hayamos venido infinidad de veces para por fin atendernos: “Os digo que pronto les hará justicia” (v. 8). Nos oye la primera vez que pedimos. Tampoco nos considera pesados sino “sus escogidos” (v. 7), un término que encierra mucho cariño. No nos va a ir dando largas. ¡Tú pensabas que sí!, pero no es el caso. Dios no espera hasta que nos hemos cansado de venir para por fin defendernos. Esta es la interpretación del diablo del pasaje para darnos una imagen equivocada de Dios y disuadirnos de orar. Los elegidos de Dios “le clamen de día y de noche” porque ellos necesitan expresar su angustia y sacarla orando, no porque Dios necesita oír una oración veinte mil veces para contestarla.
La persona angustiada podría tener paz y esperar el momento de la respuesta, si creyese la promesa dada en 1 Juan 5:14, 15: “Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho”. Ya tenemos lo que le hemos pedido. Entonces podríamos dar gracias que Dios nos ha oído mientras esperamos la respuesta, y así comprobar que tenemos fe: “Pero cuando venga el Hijo del Hombre; ¿hallará fe en la tierra?” (Lu. 18:8). La fe descansa en la sabiduría de Dios en elegir el momento de entregar lo que le hemos encargado. Las demoras forman parte de su plan perfecto, ¡no son debido a que no le importan los hombres! Le importamos, y el Calvario es la medida de cuánto. Si estaba dispuesto a morir por nosotros, ¡cuánto más va a atender a nuestras oraciones!
En contraste con este juez, Dios obrará justicia para nosotros, nos defenderá pronto de nuestro adversario; no nos dejará a la merced del enemigo de nuestras almas. “Jehová es nuestro juez, Jehová es nuestro legislador, Jehová es nuestro Rey; él mismo nos salvará” (Is. 33:22). “Él juzgará a tu pueblo con justicia, y a tus afligidos con juicio. Juzgará a los afligidos del pueblo, salvará a los hijos del menesteroso, y aplastará al opresor” (Salmo 72:2, 4).
Por D. Burt
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